Por Sonia García.
Siguiendo la línea de exposiciones antológicas con motivo de su próximo bicentenario, el Museo del Prado acoge una muestra de la obra de Bartolomé Bermejo (1440-1501), en colaboración con el Museu Nacional D´art de Catalunya.
Este fascinante pintor se enmarca dentro del estilo hispano-flamenco, siendo el maestro más representativo de la escuela aragonesa, que establece una relación artística y cultural entre los espacios de Flandes y la monarquía hispánica de los Reyes Católicos (1469-1516). Aunque en esa época el Renacimiento italiano estaba en plena eclosión, el gusto por la pintura flamenca arraiga fuerte en la Corona de Aragón y Castilla y los primitivos flamencos como Pieter Brueghel el Viejo o Jan Van Eyck influyen claramente en pintores españoles como Diego de la Cruz, Fernando Gallego, el mismo Bartolomé o portugueses como Nuno Gonçalves, con quien se cree que Bermejo tuvo algún tipo de relación artística.
Aunque se saben pocos datos biográficos sobre Bartolomé Bermejo podemos asegurar que nació en Córdoba ya que firmó en 1490 su obra la Piedad Desplá de la Catedral de Barcelona como “Bartolomeus Vermeio Cordubensis”, y que su condición de judío converso le convierte en un artista nómada que le hace recalar en ciudades como Valencia, Barcelona o Zaragoza. Su nombre real era Bartolomé Cárdenas aunque firma indistintamente como Rubius o Bermejo, no se sabe si por el color de su pelo o por el uso en su paleta de la gama cromática de los rojos.
Su dominio del óleo a la manera de los pintores flamencos como Rogier Van der Weyden le hizo conseguir importantes acuerdos artísticos para crear obras para la Iglesia, los nobles o los grandes mercaderes de la época. De estos acuerdos nacen obras tan importantes como la restauración de la policromía del retablo mayor de la Seo de Zaragoza, el San Martín de la Iglesia de Tous (Valencia), actualmente en la National Gallery de Londres, o la Piedad con San Jerónimo y el donante Lluis Desplá de la Catedral de Barcelona, una de sus obras más representativas.
Fue un pintor rebelde que se tuvo que adaptar, por su condición de judío converso, a las exigencias del estricto sistema de gremios de la época que no permitían trabajar en solitario a los foráneos, sino que tenían que asociarse con artistas locales. Está documentado que fue excomulgado en 1474 porque dejó a medias el retablo de la parroquia de Daroca de Santo Domingo de Silos, quizá porque tenía que trabajar con artistas con mucho menos nivel pictórico que el suyo. De hecho, en su vida personal también compartía esta rebeldía con su mujer, una rica viuda llamada Gracia de Palaciano que fue condenada por la Inquisición aragonesa, acusada de prácticas judaizantes.
La obra del pintor destaca por su ilusionismo pictórico, lleno de trampantojos y efectos como los brillos y reflejos en los metales o las gasas que complementa con complejas composiciones y una sofisticada gama de colores que incluyen rojos, verdes, violetas y dorados al gusto de los pintores flamencos. Aplicaba sobre las pinturas lacas que aumentaban la brillantez del color y la sensación de profundidad de las obras, donde las técnicas principales son el óleo, nuevo en la época, que proporciona la capacidad de captar los más mínimos detalles, o el temple clásico.
Los rasgos flamencos se aprecian claramente en el uso de la perspectiva sin proporciones correctas, colores vivos y trazos vigorosos, y escenas en que el naturalismo en rostros y paisajes crea dramatismos muy propios de la época. Los temas son fundamentalmente religiosos, aunque en ellos introduce ciertas irreverencias como presentar a San Miguel como un caballero medieval reinterpretando así lo más tradicional en composiciones y temas.
A pesar del enorme éxito que el pintor tuvo en su época su obra fue injustamente olvidada hasta que a principios del siglo XX, de la mano de historiadores como Elías Tormo, vuelve a estar vigente y lo convierte en uno de los artistas más copiados y falsificados de la pintura del siglo XV.
Ahora el Museo del Prado reúne medio centenar de sus obras, de las que 27 son originales, y que provienen de colecciones privadas y museos tan importantes como la National Gallery de Londres, y el resto son copias y falsificaciones que se hicieron de su trabajo para que podamos comprobar la enorme influencia de este pintor español tantas veces olvidado.
Ficha técnica de la exposición:
BARTOLOMÉ BERMEJO
MUSEO DEL PRADO, EDIFICIO JERÓNIMOS, SALA C
COMISARIO: JOAN MOLINA
FECHAS: 09/10/18 – 27/01/19
ARTEMIRANDA es proveedor oficial del Museo del Prado por concurso público.
Fotografías referenciadas: fuentes: Wikimedia Commons, ABC, RTVE
Artemiranda
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